Una de las fuentes de mayor riqueza en el mundo se encuentra
precisamente en la diversidad cultural, fuente de conocimientos, desarrollo
artístico y visiones del mundo. No obstante, esta riqueza cultural se ha convertido
en fuente de sangrientos conflictos, derivado del desconocimiento, el
avasallamiento y la imposición de culturas.
Sin duda, el reconocimiento y respeto de las diferencias
culturales es indispensable en el marco de las transformaciones mundiales. El
fomento y respeto de las diferencias culturales debe erigirse en un valor de
las sociedades democráticas.
Así, en el contexto de la globalización económica, y de una
aparente homogeneización mundial en todos los ámbitos (económica, política e
incluso cultural), la diversidad cultural debe ser preservada, reconocida y
respetada en aras de la convivencia nacional e internacional. Únicamente el 10%
de los 193 Estados en el planeta son étnicamente homogéneos, lo que significa la
existencia de aproximadamente seis mil grupos étnicos y naciones diferentes a
nivel mundial.
México ocupa el octavo lugar en el mundo entre los países con
mayor cantidad de pueblos indígenas y es también el primer país latinoamericano
en reconocerse como “nación multicultural” resultado, en mucho, de las
exigencias desatadas con el movimiento indígena zapatista de 1994. Ello refuerza
el carácter democrático de su sistema político en la medida en que se han
reconocido los derechos de los diferentes grupos étnicos del país.
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